viernes, 25 de octubre de 2013

EL EXTRAÑO MARIDAJE ENTRE RAZÓN Y PASIÓN

Platón habló de tres almas. Del alma racional, colocada en el cerebro, donde sólo residían las decisiones con lógica. Del alma irascible, cercana al corazón, que se remite al espíritu de lucha del guerrero. Y del alma concupiscible, situada en el bajo vientre, lugar de instintos primitivos y salvajes. Como la república de Platón debía estar gobernada por los filósofos reyes, es decir él mismo y sus amigos, seguro que en su sociedad ideal el alma racional iba a prevalecer sobre las demás.

Esto era la Grecia antigua. Miles de años después hablamos de lo mismo, de la razón, la pasión y sentimientos en general que se pueden considerar más elevados o más miserables. Incluso si abrimos los diarios, vemos decisiones judiciales que por imposiciones lejanas deben modificarse, incluso contra los mejores deseos de los letrados, pero los jueces las tienen que llevar a cabo porque nuevas interpretaciones de la ley así lo indican.

Desde la reflexión hasta las ansias de venganza hay una distancia considerable que se puede salvar en diez segundos de respiración profunda y que no todos los masones sabemos dominar todavía. Eso sí, el método masónico, aplicado a nuestra vida diaria y a nuestras relaciones, tiene una relación clara con esa dicotomía entre pensamiento y desgarro. Quizá la justa combinación de ambos dé un resultado justo para todos. La verdad es que no lo sé. Como decía la canción, "prefiero caminar con una duda que con un mal axioma".

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