lunes, 24 de junio de 2013

EL SOLSTICIO PARA TU CAMBIO

El solsticio de verano es un cambio de etapa. Las familias se van de vacaciones. Los coches salen en tropel, los trenes se llenan, los aviones despegan más a menudo y los cruceros se hacen a la mar. La mayoría de la gente busca destinos conocidos y a veces va a sus respectivos pueblos, sus playas habituales o apartamentos que ya tienen. Y es que cada vez nos queda menos dinero para permitirnos destinos más sugestivos. Pocos son los que buscan lugares y sensaciones nuevas, experiencias que son de “ahora o nunca” o aventuras inesperadas.

El solsticio de verano no parece ser puesto en práctica por la mayoría de la gente. Realmente no hay casi nadie que aborde el nuevo ciclo de la Tierra como una destrucción de lo antiguo mediante el fuego purificador o cualquier otro ritual, con fiestas paganas que al final se nos han querido cristianizar casi a la fuerza. Cuando uno tiene tiempo libre, seguro que tiene algunos minutos para meditar, para pensar qué es lo que debe echar a la hoguera del pasado y lo que debe cimentar de cara a la nueva etapa en la cual los días serán cada vez menos largos y la oscuridad reflexiva ocupará más horas por día.

Todos los masones celebramos el solsticio de verano. Es una de las tradiciones más importantes no sólo para nosotros, sino para cualquier cultura del mundo. Es la renovación, el cambio, la fiesta, el futuro, la ilusión. Es nuestro “fin de curso” donde decidimos quién va a presidir la logia en Septiembre. La luna es más grande que nunca, la sentimos más cerca que nunca y el fuego purificador tiene un protagonismo único. La luz se alinea en Stonehenge y nos traza así los ciclos de nuestra vida. Destinos espirituales para las vacaciones. ¿Por qué no?

martes, 18 de junio de 2013

LA NECESIDAD DE LA PACIENCIA

El stress es uno de los males de esta sociedad que no sólo no da de comer y no remunera con justicia, sino que no da espacios de descanso del esclavizante trabajo. Nos metemos en un círculo vicioso donde el nivel de exigencia es cada vez más alto y el consumismo no creativo y no edificante cubre los espacios de ocio, que podríamos crear autónomamente con nuestra gente o simplemente a través de la reflexión en solitario con un paseo junto al mar y un libro bajo el brazo. Sin pensar, por favor, en el stress. La máxima bendición ante el miedo al lunes es la paciencia.

Kant dijo que “la paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia la debilidad del fuerte”. Hasta el descubridor de la gravedad, Isaac Newton, mostraba su convicción de lo que le había aportado sus grandes hallazgos: “Si he hecho descubrimientos invaluables ha sido más por tener paciencia que cualquier otro talento”. Más frases excelentes: “No hay más que un modo de dar una vez en el clavo, y es dar ciento en la herradura”, Miguel de Unamuno. “Ten paciencia con todas las cosas, pero sobre todo contigo mismo”, San Francisco de Sales.

Cuando era aprendiz era un perfecto impaciente y poco a poco asimilé que la vida, tanto masónica como profana, se saborea más y mejor dándole tiempo al tiempo. El templo y el ritual masónico, sea el que sea, tienen una disposición que para nada son gratuitas. La simple entrada al templo, la música utilizada, la disposición de los símbolos, la explicación tenida a tenida de por qué esos símbolos están distribuidos de esa manera y muchos otros protocolos hacen que esa paciencia se meta dentro de ti hasta que el lunes puedas poco a poco desarrollarla hacia fuera.

martes, 11 de junio de 2013

APLOMAR EN ARQUITECTURA Y APLOMAR EN MASONERÍA


En cualquier construcción el uso de la plomada es esencial. El obrero asegura la verticalidad del edificio que erige y podrá comprobar si el progreso será alto o no. Otra herramienta par, igualmente importante para la solidez de nuestro edificio, que al fin y al cabo es uno mismo, es el nivel, que asegura que conforme sube la construcción esté bien cimentada desde la base. Así intentamos los masones cubicar nuestra piedra lo mejor que sabemos y que podemos.

Justamente esta semana me ocupo de la responsabilidad de “aplomar” a dos “profanos”. Se trata de una entrevista personal que no pasa de ser una conversación cordial y distendida en una cafetería con una aspirante a iniciarse como masón. A partir de ahí, el maestro masón, que soy yo, hará dos informes sobre lo que haya observado en las dos aplomaciones y les declarará aptos o no para que pasen de “profanos” a disponibles para ser iniciados como Aprendices. Tengo que confesar de que me da un poco de vértigo. Aunque afortunadamente haya dos maestros más que sacarán sus particulares conclusiones, me siento frágil y desconfiado: con una conversación no conoces a nadie y entre mis cualidades no está la intución.

En masonería es muy difícil entrar. Nos aseguramos de que el candidato o candidata no hayan tenido problemas delictivos y mucho menos criminales, preguntamos a otros hermanos que le puedan conocer y se establecen una serie de filtros que dejan claro cómo de alejados estamos del concepto “secta”. En esos grupúsculos que tiranizan tu vida te reciben con los brazos abiertos en un delicado momento de tu vida, es muy fácil entrar y, cuando te das cuenta de lo dependiente que te han hecho, resulta tremendamente complicado escapar. Sin embargo, en masonería enseguida te fascinas y te quedas o te dejas llevar la indiferencia y día dejas de venir. Es una cuestión de libertades. Más que nada para que la gente conozca nuestro carácter.

lunes, 3 de junio de 2013

LA FRATERNIDAD MASÓNICA Y SU PUESTA EN PRÀCTICA

La raíz del término “fraternidad” es “frater”. De ahí viene el francés “frère”, el italiano “fratello” y el castellano “hermano”, donde la h muda se come a la f. Por eso, una pelea a muerte entre hermanos es un lucha “fratricida” y cuando reinvidicamos la “hermandad” también podemos hablar de “fraternidad”.

Desde que me inicié como masón, entre los hermanos (HH.•.) con los que más afinidad tienes hay un creciente interés por ver cómo les va, si han encontrado trabajo, si necesitan ayuda, etc. Por eso cuando nos dirigimos formalmente dentro del templo a nuestros semejantes, independientemente del grado que tengan, decimos “Venerables Maestros y Queridos Hermanos en Vuestros Grados y Cualidades” (“VV.•. MM.•. y QQ.•.HH.•. en Vuestros Grados y Cualidades”).

En el entorno familiar, el hermano o la hermana es aquel del que conoces su fidelidad más absoluta, el que no te va a fallar jamás, hayas hecho lo que hayas hecho. Salvo muy contadas ocasiones o motivos de fuerza mayor, el hermano y la hermana no te traicionan. Y tienes la seguridad de saberlo.

En la Masonería pasa lo mismo. Sin embargo, siempre hay HH.•. a los que se les llena la boca de Fraternidad, y que luego no predican con el ejemplo. Son HH.•. que para defender sus intereses personales no tienen ningún problema en pisarle la cabeza a otros HH.•. Debo aclarar aquí una cosa: en nuestras reuniones (llamadas Tenidas), sea en el marco de nuestra propia Logia e incluso entre varias Logias juntas, evidentemente puedes criticar a tu H.•. pero sin nombrarlo directamente porque así el diálogo es mucho más edificante y sirve para todos los HH.•.

Sin embargo, si nombras a esos HH.•. para defender egoístamente tus intereses, te conviertes en un miserable. Pese a ello, por nuestros usos y costumbres, a los ruines, a los que nos quieren hundir, les seguiré llamando QQ.•.HH.•. y les ayudaré en lo que quieran. Por la Fraternidad.