domingo, 2 de marzo de 2014

LIBERTAD SÍ, PERO SIN VIOLENTARME

Algunos ayuntamientos están ordenando que se dejen de llevar velos que ocultan la cara de las mujeres por la calle. Es decir, el burka y el niqab. Los alcaldes apelan a la seguridad y a que constantemente la policía municipal pueda identificar a esas personas. Es una lástima que se olviden de las libertades y de los derechos humanos porque ese es para mí el argumento básico. Cuando hablamos de este tema, los extremos son islamismo radical y racismo. El justo medio para mí es la laicidad.

La laicidad parte de la divisa de la masonería, libertad, igualdad y fraternidad, pero nunca nos habla de seguridad y mucho menos de identificar a nadie. Es cierto que alguien puede criticar las medidas que han tomado algunos ayuntamientos por racistas. Desde mi visión, no se trata de racismo, sino de respeto: respeto a mí mismo porque me siento violento viendo eso al lado de casa, respeto a la sociedad que acoge a otros colectivos, y respeto a quien elige taparse la cara, por sometimiento disfrazado de una falsa libertad religiosa, de opción o cultural. Se puede defender una religión con otro tipo de complementos que defiendan unas creencias, que no busquen un impacto social y que se adapten más a la laicidad. Hay que ser tolerantes, eso está claro, pero nunca tolerar la intolerancia.

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